El cambio climático: Una verdad y muchas “medias” verdades
Ahora que por fin se ha conseguido que se hable del cambio climático, puede ser el momento de puntualizar algunas cuestiones que en estos días están saltando a la opinión pública a través de los medios de comunicación.
El clima en la Tierra ha ido cambiado desde antes de la aparición del ser humano sobre ella. Todo cambia, ya lo afirmó Heráclito, lo único que nos acompañará a lo largo de la vida es el cambio. Esta frase también se cumple en cuestiones climáticas. A lo largo de la existencia del hombre sobre la tierra el clima también ha ido cambiando.
¿Cómo está siendo ese cambio en la actualidad? Después de muchos años de estudios e investigaciones, recurriendo a series históricas de datos, se ha llegado a un acuerdo entre la comunidad científica mundial y los gobiernos, ahora indiscutible: La tierra se está calentando y dicho calentamiento se está viendo gravemente acelerado por la actividad humana, principalmente por las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Es más, el resultado de ese calentamiento no está siendo perjudicial para los ecosistemas.
¿Qué gases son los llamados GEI? Aunque el más famoso es el CO2 (dióxido de carbono) que se desprende, principalmente, en la combustión de materiales fósiles, no es el único gas dañino. Los otros gases son: el metano (CH4), el óxido nitroso (N2O), Hidrofluorocarbonos (HFCs), Perfluorocarbonos (PFCs) y el hexafluoruro de azufre (SF6).
Energías Limpias – Energías Renovables
Aunque ambos términos pueden parecer sinónimos y lo que es peor se utilizan como tal, no lo son. HOY EN DÍA NO HAY NINGUNA ENERGÍA LIMPIA, todas necesitan alguna transformación, por lo tanto contaminan. Si bien es cierto que dentro de las energías que podemos utilizar actualmente, las hay más y menos contaminantes.
Podemos distinguir entre energías renovables y energías no renovables.
Fuente de energía renovable. Es aquella que no se va a agotar en un corto espacio de tiempo. La mayor parte de ellas dependen del sol y tienen una gran potencial de energía, por ejemplo la energía solar procedente del sol, la eólica procedente del viento, la mareomotriz procedente de las mareas, la procedente de la combustión de la biomasa, …
Fuente de energía agotable o no renovable. Aquella que su ritmo de utilización es mayor que el de formación del recurso, por lo tanto se agotarán en un periodo determinado de tiempo, aquí se encontrarían el petróleo, el gas natural, el carbón, …
Todas las energías anteriores generan, bien en su fase de fabricación o bien en su fase de producción de energía los tan indeseados Gases de Efecto Invernadero. Unas generan porcentualmente más gases que otras, algunas tienen un mayor rendimiento. Incluso dentro del mismo grupo de generación de energía existen unas tecnologías más eficientes respecto a otras. Piénsese por ejemplo, que en las centrales de generación eléctrica, las llamadas de ciclo combinado tienen un rendimiento mayor (contaminan menos por kWh producido) que las centrales térmicas y estas a su vez son menos contaminantes que las de Fuel. Pero no hay una fuente de energía ideal.
Se nos incita a consumir energía procedente de fuentes de energía renovables. Es el menor de los males, pero no es la solución. La “solución mágica” no existe. Los proyectos que están apareciendo, y más que aparecerán, sobre industrias de producción de energía eléctrica a partir de biomasa o plantas de obtención de biodiesel o bioalcohol, ayudarán a solucionar el tema de las emisiones de CO2, pero probablemente creen otros problemas, como el aumento del precio de varios productos, pero por si solos no resolverán el problema de las emisiones de Gases Efecto Invernadero, entre otras razones por su bajo rendimiento.
También se nos anima, por ejemplo, a cambiar de coche, con el razonamiento de que el parque automovilístico español es antiguo y por lo tanto muy contaminante. Claro, los coches nuevos consumen menos y emiten menos CO2, pero alguno de ustedes, espero que sí, se ha parado a pensar cuánto CO2 supondría fabricar ese coche nuevo que nos quieren vender. Para fabricar nuestro coche viejo, en su día el fabricante emitió a la atmósfera unas cantidades de CO2. ¿Vamos a “obligarle” a que vuelva a emitir más CO2 para que nos fabrique ese coche nuevo maravilloso que apenas consume? ¿Compensará el cambio de coche el ahorro en la emisión de CO2 que voy a tener con el CO2 que tendrá que emitir el fabricante para entregarme un coche nuevo? La respuesta es sencilla, ningún fabricante le dirá cuanto CO2 cuesta fabricar su coche, ni cuanta energía ha empleado en ello. Simplemente se la cobrará incluida en el precio del vehículo.
Hablando del transporte, que está englobado en el llamado sector difuso, junto al residencial y otros, son los causantes del 55% de las emisiones de CO2. ¿Por qué no se incentiva el transporte en medios públicos o colectivos (autobús, ferrocarril,…) frente al transporte por carretera? ¿Será porque este último aparte de dinamizar la economía es una fuente de ingresos para las arcas del estado vía impuestos?
La solución ha de venir por consumir menos energía. La única energía limpia es aquella que no consumimos. Tendremos que cambiar nuestra forma de vida, bien voluntaria y gradualmente, o bien llegará el día, ¡ojalá no llegue!, en que nos veamos obligados. Estaremos entre la espada y la pared. Por esa y otras razones hay gobiernos que no han ratificado el Protocolo de Kyoto.
La solución no es que la mayor parte de la energía provenga de las fuentes de energía renovables, ni tan siquiera se trata de consumir más energía procedente de dichas fuentes renovables, ya que no siempre puedo elegir el origen de la energía. Cuando pulso el interruptor de la luz no se si esa energía proviene de una central nuclear que está situada en el extranjero o de un aerogenerador colocado en Los Monegros.
Por lo tanto no nos dejemos engañar con verdades a medias. Cada parte nos cuenta su “parte” de la verdad, las versiones son diferentes en la medida de cómo le va a cada uno en la feria.
Ahora es el momento de que los gobiernos actúen y nosotros los ciudadanos colaboremos, pero tengo la impresión de que no podemos esperar otros 18 años, aunque hay sectores que estarían encantados, para seguir beneficiándose del estado actual de las cosas como ha ocurrido en los últimos 60 años, tras la segunda guerra mundial. En estos 60 años la concentración de CO2 ha aumentado de 320 ppm a 380 ppm, es decir un 20 por ciento.
Ahora que por fin se ha conseguido que se hable del cambio climático, puede ser el momento de puntualizar algunas cuestiones que en estos días están saltando a la opinión pública a través de los medios de comunicación.
El clima en la Tierra ha ido cambiado desde antes de la aparición del ser humano sobre ella. Todo cambia, ya lo afirmó Heráclito, lo único que nos acompañará a lo largo de la vida es el cambio. Esta frase también se cumple en cuestiones climáticas. A lo largo de la existencia del hombre sobre la tierra el clima también ha ido cambiando.
¿Cómo está siendo ese cambio en la actualidad? Después de muchos años de estudios e investigaciones, recurriendo a series históricas de datos, se ha llegado a un acuerdo entre la comunidad científica mundial y los gobiernos, ahora indiscutible: La tierra se está calentando y dicho calentamiento se está viendo gravemente acelerado por la actividad humana, principalmente por las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Es más, el resultado de ese calentamiento no está siendo perjudicial para los ecosistemas.
¿Qué gases son los llamados GEI? Aunque el más famoso es el CO2 (dióxido de carbono) que se desprende, principalmente, en la combustión de materiales fósiles, no es el único gas dañino. Los otros gases son: el metano (CH4), el óxido nitroso (N2O), Hidrofluorocarbonos (HFCs), Perfluorocarbonos (PFCs) y el hexafluoruro de azufre (SF6).
Energías Limpias – Energías Renovables
Aunque ambos términos pueden parecer sinónimos y lo que es peor se utilizan como tal, no lo son. HOY EN DÍA NO HAY NINGUNA ENERGÍA LIMPIA, todas necesitan alguna transformación, por lo tanto contaminan. Si bien es cierto que dentro de las energías que podemos utilizar actualmente, las hay más y menos contaminantes.
Podemos distinguir entre energías renovables y energías no renovables.
Fuente de energía renovable. Es aquella que no se va a agotar en un corto espacio de tiempo. La mayor parte de ellas dependen del sol y tienen una gran potencial de energía, por ejemplo la energía solar procedente del sol, la eólica procedente del viento, la mareomotriz procedente de las mareas, la procedente de la combustión de la biomasa, …
Fuente de energía agotable o no renovable. Aquella que su ritmo de utilización es mayor que el de formación del recurso, por lo tanto se agotarán en un periodo determinado de tiempo, aquí se encontrarían el petróleo, el gas natural, el carbón, …
Todas las energías anteriores generan, bien en su fase de fabricación o bien en su fase de producción de energía los tan indeseados Gases de Efecto Invernadero. Unas generan porcentualmente más gases que otras, algunas tienen un mayor rendimiento. Incluso dentro del mismo grupo de generación de energía existen unas tecnologías más eficientes respecto a otras. Piénsese por ejemplo, que en las centrales de generación eléctrica, las llamadas de ciclo combinado tienen un rendimiento mayor (contaminan menos por kWh producido) que las centrales térmicas y estas a su vez son menos contaminantes que las de Fuel. Pero no hay una fuente de energía ideal.
Se nos incita a consumir energía procedente de fuentes de energía renovables. Es el menor de los males, pero no es la solución. La “solución mágica” no existe. Los proyectos que están apareciendo, y más que aparecerán, sobre industrias de producción de energía eléctrica a partir de biomasa o plantas de obtención de biodiesel o bioalcohol, ayudarán a solucionar el tema de las emisiones de CO2, pero probablemente creen otros problemas, como el aumento del precio de varios productos, pero por si solos no resolverán el problema de las emisiones de Gases Efecto Invernadero, entre otras razones por su bajo rendimiento.
También se nos anima, por ejemplo, a cambiar de coche, con el razonamiento de que el parque automovilístico español es antiguo y por lo tanto muy contaminante. Claro, los coches nuevos consumen menos y emiten menos CO2, pero alguno de ustedes, espero que sí, se ha parado a pensar cuánto CO2 supondría fabricar ese coche nuevo que nos quieren vender. Para fabricar nuestro coche viejo, en su día el fabricante emitió a la atmósfera unas cantidades de CO2. ¿Vamos a “obligarle” a que vuelva a emitir más CO2 para que nos fabrique ese coche nuevo maravilloso que apenas consume? ¿Compensará el cambio de coche el ahorro en la emisión de CO2 que voy a tener con el CO2 que tendrá que emitir el fabricante para entregarme un coche nuevo? La respuesta es sencilla, ningún fabricante le dirá cuanto CO2 cuesta fabricar su coche, ni cuanta energía ha empleado en ello. Simplemente se la cobrará incluida en el precio del vehículo.
Hablando del transporte, que está englobado en el llamado sector difuso, junto al residencial y otros, son los causantes del 55% de las emisiones de CO2. ¿Por qué no se incentiva el transporte en medios públicos o colectivos (autobús, ferrocarril,…) frente al transporte por carretera? ¿Será porque este último aparte de dinamizar la economía es una fuente de ingresos para las arcas del estado vía impuestos?
La solución ha de venir por consumir menos energía. La única energía limpia es aquella que no consumimos. Tendremos que cambiar nuestra forma de vida, bien voluntaria y gradualmente, o bien llegará el día, ¡ojalá no llegue!, en que nos veamos obligados. Estaremos entre la espada y la pared. Por esa y otras razones hay gobiernos que no han ratificado el Protocolo de Kyoto.
La solución no es que la mayor parte de la energía provenga de las fuentes de energía renovables, ni tan siquiera se trata de consumir más energía procedente de dichas fuentes renovables, ya que no siempre puedo elegir el origen de la energía. Cuando pulso el interruptor de la luz no se si esa energía proviene de una central nuclear que está situada en el extranjero o de un aerogenerador colocado en Los Monegros.
Por lo tanto no nos dejemos engañar con verdades a medias. Cada parte nos cuenta su “parte” de la verdad, las versiones son diferentes en la medida de cómo le va a cada uno en la feria.
Ahora es el momento de que los gobiernos actúen y nosotros los ciudadanos colaboremos, pero tengo la impresión de que no podemos esperar otros 18 años, aunque hay sectores que estarían encantados, para seguir beneficiándose del estado actual de las cosas como ha ocurrido en los últimos 60 años, tras la segunda guerra mundial. En estos 60 años la concentración de CO2 ha aumentado de 320 ppm a 380 ppm, es decir un 20 por ciento.
Si no invertimos la tendencia no acabaremos nosotros con el planeta Tierra, probablemente la Tierra acabará con nosotros.
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